Capítulo 11

- Y esta, bueno... Esta es mi habitación.

Así que allí estaba, en casa de Sam.

- Disculpa el desastre, es que... hace tiempo que no la ordeno.
- No importa, yo tampoco he sido nunca demasiado ordenada. Vaya, ¿qué es eso?

Me refería a una pequeña tablilla de corcho colgada en la pared, con fotos de artículos de periódico y de distintos lugares del mundo.

- Es una...investigación.
- ¿Investigación, sobre qué?-pregunté interesada-.
- Sobre mi padre.

Sentí que había tocado un tema delicado. Tras ver que yo no lo hacía, Sam se apresuró a hablar.

- Él... desapareció hace cosa de ocho años. Al principio mi madre y yo no nos preocupamos demasiado, ya que esperábamos su llegada a los pocos días. Pero aquella vez fue distinto.

Me había sentado en su cama, y él en la silla frente al escritorio. Escuchaba su historia con atención.

- Un día,  mi padre y mi madre tuvieron una discusión de las grandes. Ella le culpaba de haber permanecido fuera de casa la mitad de mi infancia, y él le hablaba de algo acerca de no sé qué responsabilidad. Total, que no se pusieron de acuerdo. Al día siguiente, se marchó. Y no hemos vuelto a saber nada de él desde entonces.
- Vaya, Sam. Lo siento, no tenía ni idea...
- Oh, no. No te preocupes. Hace ya años de aquello, y no me afecta tanto...
- No es que pretenda ofenderte, pero por lo que acabo de ver no estás siendo del todo sincero conmigo.
- Está bien, tal vez dedique algo de mi tiempo a investigar. ¿Y qué? No es ningún crimen intentar averiguar qué le pasó a mi padre.
- ¿Por qué crees que le pasó algo? ¿No has dicho que se fue?
- Sí, pero no volvió. Y eso no era propio de él. Mi instinto lleva años diciéndome que él jamás nos habría abandonado sin razón. Algo tuvo que ocurrir.
- Y eso es lo que intentas averiguar.
- ¡Exacto! Mi madre nunca lo ha entendido, está convencida de que mi padre se fue sin más y cree que pierdo el tiempo con esto. Incluso me ha castigado en más de una ocasión.

Cuando por fin parecía que empezaba a sentirse cómodo hablando, su rostro reflejó la tristeza que lo gobernaba sólo unos momentos atrás.

- Marley... Era la única que me apoyaba-dijo,apenado-. Ella misma me ayudó a descubrir muchas cosas, y ahora que ya no está, yo...
- Siento... Siento tanto lo de Marley, Sam... Me gustaría poder hacer algo para que te sintieras mejor, pero no sé cómo...
- Te agradezco mucho el sentimiento, Kyla. Pero no es necesario que te molestes, no tuviste nada que ver con lo que pasó.
- En realidad...
- ¿Sabes? Ella nunca se había llevado bien con las chicas de este pueblo, pero en el mismo día en que te conoció a ti... Creo que fue uno de los más felices de su vida.
- Eso... Eso es de lo más bonito que me han dicho nunca...

No pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas. Pero no quise parecer débil, así que procuré buscar algún otro tema en el que centrar la conversación. Reparé en una foto de su mesilla de noche.

- ¿Ese es...?-pregunté, señalándola-.
- Sí, este es mi padre-dijo, enseñándomela-. Fue un par de años antes de que desapareciera. Una especie de vacaciones familiares en Londres. Mi madre es la que sacó la foto, por eso no sale.

Sonreí disimuladamente, hasta el momento en que reconocí a aquel hombre y mi sonrisa desapareció al instante.

Una vez más, mi mente se trasladó al pasado, unos pocos años atrás.

"- Kyla...De los tres de vuestro grupo, tú has sido siempre la que mejor me caía. Estoy seguro de que hubieras sido una buena persona si hubieses sido humana, pero... no lo eres".

Era él, estaba totalmente segura. Recordaba a la perfección el rostro que nos estuvo persiguiendo a Alec, a Jamie y a mí durante años.

- ¿Kyla?-me preguntó Sam-.

"-Venga, mata a ese cabrón y vayámonos, tenemos cosas que hacer y sitios a los que ir".

Fue como revivir aquella escena. Me vi  a mí misma agachándome para romperle el cuello a aquel hombre inconsciente, el único en toda nuestra historia capaz no sólo de luchar contra nosotros, sino incluso de vencernos. "El cazavampiros".

El padre de Sam.

- Joder...-murmuré-.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que pasa?
- Yo... Tengo... Lo siento, pero tengo que irme.

Le di la foto y empecé a andar hacia la puerta de la entrada.

- ¡No, Kyla!-me gritó-. ¡Espera, por favor!
- Tú no lo entiendes, Sam-dije mientras me giraba hacia él-. No puedo quedarme, simplemente no puedo.
- Ya, eso es justamente lo que oí la última vez. Lo que no entiendo es por qué has vuelto, Kyla. ¿Es que no fue suficiente dejarme hecho polvo una vez? ¿Querías repetir la experiencia?
- ¡No! Yo no...
- Déjalo, no vale la pena. Basta con que me digas por qué razón me haces esto. Mi mejor amiga está muerta, Kyla. Mi padre, desaparecido. Mi madre se pasa el día en la comisaría, y apenas la veo. Y para colmo, la chica de la que me enamoré me dio calabazas, sin motivo alguno. Dos veces.
- Sam...
- Estoy sólo en el mundo Kyla, y tú has venido a regodearte conmigo, a reírte en mi cara.
- ¡¡Eso no es cierto!!-grité, acercándome a él-.
- ¿Entonces para qué has venido, Kyla? ¿Para que te hiciera una visita guiada por mi casa? ¿Para que yo te hablara sobre una investigación que ni siquiera conocías hasta hace unos minutos? Has vuelto para volver a rechazarme, y si todavía no entiendo, si ambos lo sentíamos, por qué lo hiciste la primera vez, mucho menos la segunda. ¡Admítelo! Sólo has venido aquí para...

Y lo besé.

Al principio no sabía qué estaba haciendo, pues nunca me había sentido así. Era mi primer beso en mis 116 años de vida. El momento más increíble y feliz de todos. No sé cuánto tiempo pasó hasta que finalmente nos separamos.

- ¿Qué, contento?
- Eh, yo...-se notaba que le costaba hablar, pues aquel beso le había dejado sin palabras-. La verdad es que sí, lo estoy.

Reí. No podía creer lo que acababa de pasar. Acababa de besar a un chico, y cada instante que pasaba deseaba más y más volver a hacerlo. Era verdad, me había enamorado de él.

- Uau-no pudo evitar soltar-. Ha sido... increíble. Bueno, al menos para mí.
- Para mí también lo ha sido, Sam.
- Espera, ¿significa esto que accedes a...salir conmigo?
- Déjame que lo piense...-dije mientras acercaba mi cara a la suya de nuevo-.

Nos besamos de nuevo. Había tanto amor, tanta pasión...No quería que terminara, habría estado horas así. Pero estaba tan emocionada por sentirme de aquella manera, que empecé a descontrolarme. En un momento en que separamos nuestros labios, simplemente para respirar, mi otro yo se hizo con el poder y se abalanzó sobre su cuello.

Pasó muy deprisa, él ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Me costó casi medio minuto darme cuenta de lo que estaba pasando. Solté a Sam, que cayó al suelo, inconsciente.

- Oh, dios mío...-sollozé-. Dios mío...




- ¿Qué ha pasado?-me preguntó el doctor-.

Estaba muy asustada, todo había sucedido tan rápido... Hacía sólo unos segundos que Sam había llegado al hospital, inconsciente y habiendo perdido gran parte de su sangre.

"Es el hijo de la comisaria Lovgren. ¡Llévenlo de inmediato a urgencias!"-dijo, mientras lo subían a una camilla y lo empujaban hacia una sala en la que lo perdí de vista-.

- ¿Qué ha pasado?
- Ha sido...-dije, nerviosa y titubeando-. Ha sido un accidente, estaba enseñándome su casa, estábamos en la cocina y... Todo ocurrió muy rápido, no supe cómo...
- Eh-me dijo-. Mírame-me dijo, apoyando sus manos en mis hombros-.No estés nerviosa...
- Kyla-murmuré-.
- No estés nerviosa, Kyla, necesito que te sientes en la sala de espera y te relajes.
- Pero...
- Escúchame: te prometo que haremos todo lo que podamos por él. Ahora hazme caso y ve a descansar, ¿de acuerdo?
- De...De acuerdo.

Así que me fui hasta aquella sala de espera y me senté. Pasé mucho tiempo pensando en lo que había pasado, y cómo había permitido que sucediera. Si le pasaba algo a Sam, si no conseguían ayudarle...
No sabía cómo superaría aquello.

Seguía perdida en mis pensamientos cuando sentí aquello. Una sensación que me llamaba con una increíble y casi invencible fuerza. Miré a mi alrededor, y me asusté. Había sangre por todas partes. Hacía meses que había aprendido a controlarme, pero mi reciente recaída me estaba devolviendo la sed de sangre humana.

Cada segundo que pasaba me sentía más cerca de aquel sentimiento. Incluso llegó un punto en el que empecé a oír mi propio nombre: "Kyla...Kyla...Kyla...". La cabeza empezó a darme vueltas, e incluso tuve la sensación de escuchar los latidos de los corazones de todas las personas que se encontraban en la sala. Habrían bastado unos pocos segundos más para haber iniciado, allí mismo, una auténtica carnicería.

- ¡Kyla!

Centré la mirada en ella.

- Ese es tu nombre, ¿verdad?
- Sí... Sí, soy yo.

La reconocía del funeral. Era la madre de Sam.

- Siento... mucho lo que ha pasado, de verdad. Yo...
- Le has salvado la vida a mi hijo, Kyla. Lo has traído justo a tiempo. No quiero ni pensar en lo que podría haber sucedido si tú no hubieras estado allí.
- Pero, entonces... ¿Está bien?
- Bueno, los médicos dicen que ha perdido bastante sangre, pero que es probable que...salga adelante.

Me fijé en que tenía los ojos rojos, como si hubiera estado llorando. Mi sentimiento de culpa aumentó todavía más. Temía que fuera a hacerme alguna pregunta, pero al poco tiempo llegó un médico: el mismo que me había aconsejado permanecer en la sala de espera.

- Señora Lovgren-dijo-.

Ella se levantó.

- Su hijo... está bien.

Si no hubiera sido porque los vampiros no respiramos, lo habría hecho aliviada.

- Gracias-dijo la madre de Sam-. No sé ni cómo agradecérselo.
- Bueno-dijo-. Tal vez podría pasar y saludarle.

Y eso fue lo que hizo. Al principio, me quedé donde estaba, sentada. Y lo habría hecho de no haberme llamado ella.

- ¿Qué haces ahí parada? Vamos, ven. Estoy segura de que se alegrará de verte.

Así que ambas nos dirigimos a la habitación donde Sam descansaba, una de esas típicas de hospital.

- Hola, cariño-le dijo su madre, dándole un beso en la frente-. ¿Cómo estás?
- Bueno, un poco mareado. Pero no me encuentro mal.
- ¿Qué es lo que ha pasado?
- Yo...-dijo-. No lo...recuerdo. Lo siento.
- No te preocupes, hijo. Lo importante es que estás bien.
- Kyla...-dijo en cuanto me vio-.
- Yo...-dijo mi madre-. Os dejaré solos.
- Gracias, mamá.

Salió de la habitación y cerró la puerta, dejándonos a Sam y a mí completamente solos. De nuevo.

- Menos mal que te has recuperado-dije-. No me lo habría podido perdonar si...
- ¿Eres un vampiro?-me preguntó-.

Me quedé en blanco.

- Pensaba...Pensaba que habías perdido la memoria.
- Era mentira. Lo hice para protegerte. A menos que hayas matado a mi mejor amiga, en cuyo caso te diré que sé defenderme, y le diré a todo el mundo lo que me has hecho.
- ¿Qué es lo que recuerdas?
- Todo. Un instante estábamos besándonos y al siguiente te lanzaste a morder mi cuello. Por poco me desangras. Hay miles, puede que millones de chicas en todo el mundo con tu mismo nombre. Pero dudo que alguna de ellas se conservara tan bien como tú habiendo superado el siglo de vida.

No sabía qué decir.

- Lo eres, ¿verdad? Un vampiro.

No veía otra manera de salir de aquella situación, así que me sinceré.

- Sí, lo soy.
- Lo sabía, sabía que erais reales, que mi padre no estaba loco. Todos estos años... Tenía razón.

Parecía aliviado, pero no tardó en hacerme otra pregunta.

- ¿Fuiste tú quien mató a Marley?
- Yo...
- ¡Respóndeme! ¡¿Mataste o no a mi mejor amiga?!-preguntó, con lágrimas en los ojos-.
- No, no lo hice. Pero sé quien fue. Un conocido...
- Vale, entonces ayúdame-dijo, tratando de incorporarse-.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que estás haciendo?
- ¿No es evidente? Pienso vengarme de ese "conocido" de la manera más cruel que se me ocurra. Y no voy a perder ni un solo instante más.
- Pero no... No puedes hacerlo, ¡te matará antes de que te dé tiempo a pestañear!
- No, no lo hará. He leído muchos sobre vosotros.

De nuevo, me quedé sin palabras.

- ¿No...sotros? No te entiendo.
- Oh, venga ya. ¿Acaso crees que soy tan idiota? Debí de averiguarlo en el primer momento en que te vi. Me dijiste que te llamabas Kyla, naciste en Nueva York y perdiste a tus dos mejores amigos. No hace mucho perteneciste a una pequeña asociación de vampiros..."El trío de la muerte", ¿no?
- Eh.., yo...
- Un consejo, Kyla. La próxima vez que intentes comenzar una nueva vida, asegúrate de que sus detalles también sean nuevos.
- ¿Cómo es posible? ¿Cómo puedes saber tanto de mí, de nosotros? Siempre procuramos ser... lo más discretos posible.
- Oh, vamos, Kyla. No sé si te has dado cuenta, pero vives en una época en que una noticia no tarda más de unos pocos segundos en cruzar el planeta de una punta a otra. Y por muy discretos que fuerais, no sois rival para Google.
- Pero, ahora que sabes todo eso sobre mi vida, y sobre quién fui en realidad...
- Mataste a miles de inocentes y provocaste tal cantidad de estragos y sufrimiento que deja a cualquier terrorista de los actuales a la altura de Mickey Mouse. Y no me preguntes por qué, pero sigo enamorado de ti, si eso es lo que pretendes preguntarme.
- Pero... ¿por qué? Insisto, si sabes todo lo que he hecho, ¿cómo es posible que confíes en mí?
- Porque fueras quien fueras en tu anterior vida en estos últimos días has demostrado ser una persona completamente nueva. Gracias a Marley, veo la bondad en tu interior.
- Eso es precioso, pero te recuerdo que hace unos segundos pensabas que había matado a tu mejor amiga.
- En el fondo sabía que no habías sido tú, pero quería asegurarme.

En unos minutos, Sam había revelado mis mayores secretos. ¿Habría algo sobre mí que no supiera?

- ¿Podría hacerte una pregunta?-me dijo-.
- Claro, si es que hay algo que no sepas todavía...
- Quiero saber cuál de los dos fue, ¿Alec o Jamie?

No hay comentarios:

Publicar un comentario