Capítulo 15

Cuando me desperté, Kyla estaba tirada en el suelo, con Jamie llorando sobre ella.

Me levanté y acerqué lo más rápido que pude para ver aquello. Unos ojos totalmente abiertos y un cuerpo sin el menor rastro de vida.

- No...-sollocé, agachándome junto a ella-. No, por favor. No puede estar pasando esto...

Jamie se apartó un poco, para que yo pudiera abrazarla.

- Lo mató-dijo Jamie, aunque la tristeza que lo invadía casi le impedía hablar de una manera clara-. Mató a Alec, Sam. Y fue él quien la convirtió, así que...
- Lo sé, he leído sobre vosotros, los vampiros. Pero...-intenté decir, aunque me costaba horrores controlarme para no romper a llorar-. No entiendo por qué lo ha hecho. Yo la quería, y estoy convencido de que ella a mí también. ¿Por qué lo hizo?
- Tuvo poco tiempo para pensar, y tomó una decisión. No había nada que ninguno de los dos pudiéramos hacer. Pero...joder, ¿por qué me has dejado, Kyla? ¡Ahora estoy SOLO!-gritó, golpeando con sus puños la pared más cercana, con tal fuerza que la atravesó-.
- Si al menos hubiera podido despedirme de ella...-sollocé, dejando caer mi cabeza sobre su vientre-.

De pronto, algo muy inesperado sucedió. Escuché un sonido. Uno muy característico.

- ¿Lo has oído?- pregunté a Jamie, para asegurarme de que no me lo había imaginado-.

Un latido.

- ¿Si he oído qué? ¿A qué te refieres?
- Lo he escuchado, su corazón. Ha latido.

Y entonces, una respiración.

- Kyla...¡Kyla!-grité, con la esperanza de que despertara de un momento a otro-.

Afortunadamente, lo hizo. Se levantó de golpe y me abrazó.

- Lo noto en mi pecho, Sam...-me dijo-. Lo noto...-dijo, justo antes de besarme-.
- Sabía que volverías-dije-. Sabía que no me dejarías, pero...¿cómo es posible? Yo...Leí que cuando un vampiro mata a aquel que lo apadrinó...
- Muere-intervino Jamie-. Y eso es justamente lo que ha sucedido. Aunque no de la manera en que esperábamos. Te has transformado en humana, Kyla. Acabas de ser condenada a muerte.
- Oh, dios mío. Jamie...

Se levantó del todo y se lanzó a abrazarlo. Él le devolvió el abrazo, casi llorando. No tardé en comprender lo que estaba ocurriendo.

Jamie pensaba que iban a juntarse de nuevo. Los tres, el trío original. Como en los viejos tiempos, mucho antes de que se convirtieran en vampiros. Luego, en cuestión de minutos, había perdido a sus dos amigos: las únicas personas a las que realmente conocía y en que confiaba. Las únicas a las que quería. Y justo cuando pensaba que había recuperado a su mejor amiga, se daba cuenta de que en realidad la acabaría perdiendo en unos años de todas maneras. Y entonces se quedaría solo en el mundo, sin nadie con quien compartir su vida y ninguna razón para vivir.

- Puede que ya no sea inmortal, Jamie-le dijo Kyla, mirándole a los ojos-. Pero aún así me quedan muchos años de vida. Podríamos pasar juntos décadas, sin pensar en el futuro.
- Para ti es fácil decirlo, Kyla. Estás enamorada. Tú y Sam sois humanos y viviréis vuestra propia vida. Puede que os caséis, y que tengáis hijos. Ambos envejeceréis y un día...simplemente se acabó. Morirás y yo me quedaré solo, Kyla.
- ¿Quieres oír una cosa, Jamie?-le dijo-. Por muy difícil o imposible que lo veas todo...SIEMPRE habrá algo por lo que vivir. De hecho, en los años que pasé sola estuve a punto de sucumbir a ese pensamiento, a esa idea en múltiples ocasiones. Pero no lo hice. ¿Quieres saber por qué?
- ¿Por qué?
- Por ti, Jamie-había lágrimas en sus ojos cuando lo dijo-. Sí, por ti. Tú eres la razón por la que aguanté, con la esperanza de que algún día pudiéramos volver a estar juntos.
- Yo...también quería eso, Kyla. Lo he estado deseando durante tanto tiempo...Joder, asco de vida inmortal-dijo mientras se limpiaba algunas lágrimas con las mangas de su chaqueta. Es que te quiero tanto, Kyla...Te quiero tanto que no puedo ni concebir la idea de...de que un día ya no estés.
- Escúchame, Jamie. Mírame a los ojos-Jamie lo hizo-. Cuando llegue el momento, habrá llegado. Y lo superarás, estoy segura de ello. Además, si quieres saber la verdad, siendo un tío tan increíble como eres...NUNCA estarás solo.
- Gracias, Kyla. Por ser mi amiga y...bueno, por todo.
- Gracias a ti, Jamie. Gracias a ti. Pero quiero que me prometas algo.
- Lo que sea.
- Que de ahora en adelante, a partir de hoy mismo nos preocuparemos única y exclusivamente de vivir cada día de nuestras vidas de la manera más satisfactoria posible. ¿De acuerdo? Y por supuesto...juntos.
- Me apunto-le dijo, al tiempo que ambos se abrazaban fuertemente-.
- Un momento-dijo Kyla, una vez se habían separado-. Sam, tu madre...
- Está bien. Bueno, recuperándose...Gracias a Jamie, por supuesto.

Ella lo abrazó una vez más.

- Bueno, y qué...¿qué hacemos ahora?-preguntó Jamie-.
- Podríamos ir a mi casa-dije yo-. Y seguir hablando allí.

Jamie empezó a andar el primero, con Kyla siguiéndole. Cuando ella llegó a mi altura, se detuvo. Ambos nos miramos a los ojos.

- ¡Oh, venga ya!-dijo Jamie desde la puerta más cercana-. Par de sosos...¡Besaos de una vez!

Reímos, para luego juntar nuestros labios y besarnos durante algunos segundos.

Una vez hubimos terminado, fuimos junto con mi madre (que estaba ya increíblemente recuperada) hacia mi casa.




Cuando llegamos, pasamos un largo rato hablando sobre nuestros respectivos futuros, el deseo de Kyla de inscribirse en la universidad o el de probar una tarta de chocolate...Jamie pensó en lo que podría hacer con su vida y estuvimos dándole no pocas ideas.

Hace tiempo de aquello y no lo recuerdo con toda la exactitud que me gustaría, pero la cuestión es que fui a buscar mi móvil para cargarlo. Nada más conectarlo a un enchufe, lo encendí y vi algo que me heló la sangre allí mismo.

Un mensaje de Marley.

Me preguntaba cómo podía ser posible, pero entonces caí en que llevaba días sin utilizar mi móvil y podría haber habido además algún fallo de cobertura o...Bueno, qué importaba. Tenía un mensaje de mi mejor amiga, lo última que jamás oiría de ella.

- Sam, cariño-me preguntó Kyla, al tiempo que entraba en mi habitación-. ¿Cómo vas? Llevas mucho aquí dentro y me preguntaba si había pasado algo.
- Es un mensaje, Kyla-le dije, mirándole a los ojos-. Un mensaje...de Marley.

Su rostro adquirió una esperable sorpresa.

- ¿Y te ha...llegado ahora?
- Ahora mismo, cuando he conectado el móvil para cargarlo.
- ¿Lo has leído?
- Yo...No, no creo que pueda...
- ¿Por qué no?
- ¿Cómo que por qué? ¡Kyla, era mi mejor amiga! Y esto es lo último que alguna vez escucharé de ella. La última vez que podré escuchar su voz. Moriré sin volver a tener la oportunidad de oír nada más de ella.
- Hazlo, Sam. Estaré a tu lado todo el tiempo, pero debes hacerlo. Por ella, por ti. Por nosotros.

Asentí disimuladamente. Acto seguido, cogió mis manos con las suyas, me miró a los ojos y me dio un corto beso superficial en los labios. Le di al botón para escuchar el mensaje.

"Hola, Sam. Esto...Bueno, si te soy sincera no sé ni por dónde empezar, pero no te preocupes. Procuraré ser breve para molestarte lo menos posible. Tú...eres...lo mejor que me ha pasado. En todos estos años me has hecho sentir de maneras que no creía que fueran posibles. Espero, y por favor haré lo que sea para que me perdones, que podamos seguir siendo mejores amigos. Eres...Eres muy importante para mí y...".

Su voz se hacía cada vez más triste, hasta parecer al borde del llanto.

"...y si alguna vez te perdiera, no sé qué haría con mi vida. Te...Te necesito, Sam. Necesito que estés a mi lado por siempre. Yo...te prometo que seré la mejor amiga del mundo a partir de ahora. NUNCA volveré a fallarte. En fin, y yo que quería no hacerlo muy largo...Solo me queda decirte que me considero la chica más afortunada en el mundo por el simple hecho de haberte conocido, y de tenerte en mi vida. Te...te quiero, Sam Lovgren. Te quiero y...y SIEMPRE te querré".

- Joder-dije, empezando a llorar-.

Kyla me abrazó con fuerza.

- Murió sin saberlo, Kyla. Murió sin saber lo importante que era para mí, y que siempre...siempre sería mi mejor amiga.
- Sam, estoy segura...Estoy segura de que lo sabía.
- ¿Y eso cómo lo sabes?
- Pues...por lo que ella me dijo. Las cosas que me contó...
- Vosotras...¿hablasteis?
- Oh, desde luego. Ni te imaginas la de cosas que me contó acerca de vosotros dos. Y algunos trapos sucios muy interesantes...

Sonreí, aunque casi sin ganas.

- Te quería, Sam-me dijo-. Y lo que hubo entre vosotros dos...JAMÁS morirá.
- Gracias-dije, haciendo una breve pausa-. Necesitaba oírlo.

Nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, Jamie había desaparecido. No había ni rastro de él, por ninguna parte.  Salimos de la casa y vimos que había una nota en la puerta.
_________________________________

Se había marchado. Sin despedirse, ni decirnos adónde había ido.

- Hijo de...-murmuró Kyla-.
- La luz del sol te favorece mucho, ¿sabes? Se te ve más guapa todavía que de costumbre.

Y allí estaba, dispuesto a marcharse y cubierto con un especie de traje preparado por el mismo, para protegerse del sol que aquella mañana se había decidido a salir. Kyla corrió a abrazarlo.

- Eh, con cuidado, Kyla. El traje no es tan resistente como me gustaría. Si no me abrazas con un poco menos de fuerza puede que me acabe asando a la parrilla.

A pesar de la relativa gracia del chiste, apenas sonreí.

- ¿De verdad...de verdad ibas a hacerlo, Jamie?-le dije-. Pensabas marcharte...¿sin ni siquiera despedirte de mí?
- Me duele admitirlo, pero sí-dijo, sin ni siquiera pensárselo-. Pensaba marcharme, precisamente para evitar esta emotiva aunque triste despedida a la que me voy a tener que enfrentar.
- Jamás te lo habría perdonado, Jamie. Si me hubieras abandonado así, sin más. Sin decirme nada. Habría sido increíblemente egoísta, y para nada acorde con el Jamie que yo conozco.
- Antes de que te de por pegarme o algo...quisiera recordarte que no me he ido.
- Pero pensabas hacerlo. Has estado muy cerca de hacerlo y por eso estoy enfadada contigo.
- Kyla...Por favor, no alarguemos esto más de lo necesario. Cuanto más lo hagamos, más duro se hará.
- Pero, Jamie...No lo entiendo-dije, sin poder evitar que se me escaparan unas pocas lágrimas-. ¿Qué pasa con todo lo que hablamos? ¿Y las ideas de anoche?
- Eran buenas ideas, Kyla. Pero no para un vampiro de 118 años de edad. No para mí. Al menos no de momento.
- Jamie...
- Escúchame, Kyla. Mírame a los ojos.

Lo hice.

- No te estoy dejando.Se trata únicamente de solucionar un... pequeño asunto pendiente.
- ¿Asunto pendiente? ¿Qué asunto pendiente?
- ¿Recuerdas a...Dianna Park, de los "Jinetes de la Oscuridad"?

Intenté hacerlo, y lo logré sin demasiada dificultad. Los "Jinetes de la Oscuridad" era una banda vampírica como la nuestra, pero algo así como siglo y medio más antigua. Recordaba a la perfección a Dianna Park, quien lideraba la banda junto a su hermano. Su historia es por mucho más extensa y sangrienta que la nuestra.

- Sí, claro. ¿Es que tienes pensado ir a verla?-pregunté, algo asustada pues a pesar de que Jamie era un vampiro como ellos, temía que la inaudita inocencia asociada a su humanidad lo terminara llevando a la perdición-.
- Más o menos. En los años que pasé solo oí rumores de que se habían instalado en Vancouver, así que...pensaba hacerle una visita.
- ¿Seguro que...es una buena idea?-le pregunté-. Jamie, aunque tú también seas un vampiro esa chica...
- Kyla, sabes perfectamente por qué voy a verla y te ruego que no me hagas decirlo en voz alta. A decir verdad...me da un poco de vergüenza.

No pude evitar sonreír un poco. Alec, Jamie y yo nos cruzamos con Dianna Park y su banda vampírica en uno de nuestros muchos viajes, allá por los años setenta y no muy lejos de nuestra ciudad natal. Aunque al principio no quiso admitirlo, Jamie se quedó prendado de ella desde el primer momento.

- Desde que el Trío desapareció...digamos que no había tenido el valor de hacerlo. Pero, dadas las circunstancias actuales...Creo que ya estoy preparado. Además, las cosas ahora han cambiado. Si hay algo que he aprendido en los últimos años es que en este siglo los vampiros estamos de moda. Desde que apareció la Buffy esa, o las Crónicas Vampíricas o como se llamen...Dios, es que tendrías que ver la cantidad de blogs de esos que hay dedicados a nosotros.

Reí.

- Jamie Doyle-le dije, abrazándolo de nuevo con todas mis fuerzas-. Te mereces lo mejor que haya en el mundo. Y estoy completamente segura de que lograrás lo que sea que te propongas. Por supuesto que me encantaría que pudieras hacerlo desde aquí, pero si esto es lo que quieres, por mucho que me duela...Te apoyaré-dije, con total sinceridad-.
- Me alegro mucho de ello. Pero como ya te he dicho, me gustaría no alargar esto más de lo necesario, así que...
- Sí, por supuesto-dije mientras me separaba de él, al tiempo que le decía una última frase-. Te quiero, Jamie.
- Y yo a ti, Kyla.

Se acercó a Sam y lo abrazó.

- Gracias por todo, tío. Siento mucho lo de tu amiga, y espero que Kyla...Bueno, que seáis muy felices juntos.
- Gracias a ti, y estoy seguro de que lo seremos.

Luego se acercó a la madre de Sam.

- Esto, señora Lovgren...
- Gracias a ti, Jamie. Por salvarnos a mi hijo y a mí. Te debo mucho. Si hay algo que pudiera hacer, tengo algunos contactos. Creo que podría hacer tus viajes mucho más cómodos si...
- No se preocupe, no le pediré nada. Me apaño bastante bien solo. Además...No creo que estemos en deuda.

Dicho esto, se dio la vuelta y anduvo unos pasos hacia la moto que tenía preparada. Se subió a ella y me miró.

- Oh, vamos. No me mires con esa cara de cachorrito abandonado, Kyla. Estaré de vuelta en unas semanas, dos meses como mucho.
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.

Dicho esto, me lanzó una última mirada y arrancó la moto. A los pocos metros se incorporó a la carretera y, en sólo unos instantes, perdí de vista a mi mejor amigo.

- Jamie...-murmuré-. Espero que le vaya bien-y de hecho le fue bien, más o menos...pero esa es otra historia-.
- Seguro que sí, Kyla. Seguro que sí.

Lo miré. Era el amor de mi vida. Lo conocía desde hacía sólo unos días y estaba segura de ello al cien por cien.  Durante unos segundos le miré a los ojos, para luego acercar mis labios a los suyos y besarle. Él me correspondió, al tiempo que su madre sonreía y se marchaba, procurando darnos algo de intimidad.

- Te quiero, Kyla-me dijo, tras separarnos-.
- Y yo a ti, Sam-le dije, tras lo cual volvimos a besarnos-.

Me llamo Kyla Evelyn McCarthy. Nací el 30 de abril de 1897 en Brooklyn, Nueva York, y morí allí mismo a mis veintiún años. Hoy, noventa y cinco años después...he vuelto a nacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario